Descripción

Este proyecto surge para un conjunto habitacional comunal en el cual algunas familias comparten y conviven en un terreno ubicado en Cuernavaca.

El sitio era un vivero antes de convertirse en vivienda comunal a principios de los años 80. Vegetación rica y árboles centenarios habitan en este terreno. Barro, concreto, piedra y agua convergen en una arquitectura que busca dotar a la comunidad de espacios recreativos de manera que se promueva la convivencia y armonía entre sus miembros y con la naturaleza.

La estrategia de diseño busca difuminar los límites entre el interior y el exterior. Losas de concreto se sobreponen en espacios abiertos, para proporcionar cobertura pero no confinamiento. Los espacios interiores tienen fachadas integrales de cristal; esto permite disfrutar de la afortunada naturaleza desde dentro.

La estructura se configura dejando paso a algunas palmeras y así madurará atemporal en consonancia con la naturaleza. Las cubiertas se soportan sobre pilares de acero que se organizan con la intención de delimitar el programa y sus diferentes espacios para generar espacios íntimos.

El edificio fue diseñado para insertarse con un basamento que lo enraíza al terreno, pero termina en plataformas en voladizo que levitan sobre pasto y suelo con aperturas que dejan pasar la luz. Con el paso de los años, la vegetación penetrará en la materialidad de lo construido y provocará la percepción de que el edificio surge de las plantas y se cierne sobre y alrededor de ellas.

La arquitectura se identifica con su sitio y con la pequeña comunidad que la hizo realidad.